Tabasco, Adán vs. los fundadores
El apoyo de José Ramiro López Obrador a Claudia Sheinbaum no es nuevo, tiene casi un año que lo manifestó y tiene como contexto la pelea por la gubernatura de Tabasco en 2024, estado que es un Edén por sus paisajes, no por su grilla.
El apoyo de José Ramiro López Obrador a Claudia Sheinbaum no es nuevo, tiene casi un año que lo manifestó y tiene como contexto la pelea por la gubernatura de Tabasco en 2024, estado que es un Edén por sus paisajes, no por su grilla.
En agosto del 2021, a Adán Augusto López le tomó por sorpresa que el presidente le ofreciera encabezar la Secretaría de Gobernación. Sin complicársela, Adán Augusto dejó como interino a su secretario de Gobierno, Carlos Merino, conocido como el “Piloto”, por ser piloto aviador, por lo que el hoy titular de Segob mantiene control sobre el gobierno del estado.
Obviamente, el gobierno del piloto Merino apoya las aspiraciones del secretario de Gobernación, a lo que se suman los deseos de Adán Augusto de mantener la gubernatura para alguien cercano, tan cercano como su hermana Rosalinda, actual directora de Auditoría del SAT y esposa del gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón. Las posibilidades de Rosalinda López aumentan si se acuerda que la candidatura corresponda a una mujer, además de la cercanía de la familia con López Obrador.
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El problema para Adán Augusto es que sus ambiciones chocan con las de otros morenistas tabasqueños, particularmente con el grupo de los llamados “fundadores” -llamados así por estar con AMLO desde el inicio de su carrera proselitista-, donde se encuentran Javier May Rodríguez, titular de Fonatur; Octavio Romero Oropeza, director general de Pemex; el hermano de AMLO, José Ramiro, entre otros personajes de la política local tabasqueña.
En agosto del año pasado, el grupo de Adán Augusto impuso a Tey Molinedo como dirigente estatal de Morena, sin buscar acuerdos con los grupos para el resto de los cargos. Esto llevó a que la mayor parte de los “fundadores” manifestara su apoyo a la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum, entre ellos José Ramiro. Cabe señalar que algunos se deslindaron, aclarando que apoyan a May para gobernador y al secretario de Gobernación para la presidencia.
Hace unos días se dio a conocer una encuesta de GOBERNARTE, donde el 51% de los entrevistados dijeron que votarían por Morena, con una oposición casi inexistente, pues el más cercano es el PAN con 9%. En cuanto a quién cree que sea el candidato por Morena, 23% contestó que Javier May; 19% Romero Oropeza; 14%, Rosalinda López; 17% no sabe o no contestó. En todos los escenarios de votación contra candidatos de la Alianza y MC, Morena ganaría, llevando como candidato a May o a Romero.
Operador de confianza de AMLO, Javier May entró al quite para sacar adelante el proyecto del Tren Maya, con todo el apoyo del Ejército para cumplir el compromiso presidencial de inaugurarlo en diciembre de este año. Se dice que ese es su pase para irse de candidato a gobernador de la tierra que este sexenio es semillero de talentos de la política y la administración pública.
El sexenio más sangriento de la historia
Ningún presidente antes de Andrés Manuel López Obrador, había demostrado tener esa habilidad innata para evadir las responsabilidades propias del cargo para el que fue electo. Experto en patear la lata lo más lejos posible de su radio de alcance, el presidente no ha dejado de encontrar un culpable para cubrir cada uno de sus yerros, los que reflejan su ineficacia para resolver los problemas para los que fue electo. Cuando no son los neoliberales son los corruptos, los conservadores, los periodistas que defienden los intereses creados, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, por qué no, su comodín favorito, el ex secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Felipe Calderón, Genaro García Luna.
Que las cosas estaban mal, ya lo sabíamos, justamente esa es la razón principal por la que fue electo con el apoyo de una clase media ya harta de malos gobiernos. A López Obrador se le concedió el beneficio de la duda tras una serie de promesas y compromisos que más allá del autoelogio es un hecho que no se habrán de cumplir. Por más que la narrativa oficial lo remache esa mentira, por más que se repita, nunca terminará por volverse una realidad para parafrasear al propio presidente.
El viernes durante su conferencia matutina el presidente aseguró que le gustaría pasar a la historia como el segundo presidente que más reservas protegidas deje durante su gobierno, lo cual tras la devastación provocada en la construcción de sus obras faraónicas sería muy cuestionable, lo que sí es un hecho es que ya se convirtió no en el segundo, sino el primer mandatario en acumular el mayor número de muertos durante una administración y eso que ésta aún no termina. Un triste récord que para su vergüenza se romperá cada día junto con cada nueva víctima y así será hasta el último instante de su mandato.
Insólitamente el presidente reconoció está cifra sin, para variar, asumir la responsabilidad en la estrategia que implementó para frenar a una creciente delincuencia. Molesto, culpó a la herencia recibida en todos los ámbitos, a la decadencia en la que se encontraba el país e incluso se adelantó a imputar a los que “antes se sentían los dueños de México y son los responsables de la tragedia nacional” quienes de acuerdo al presidente serían ellos y no él quienes tendrían que estar ofreciendo disculpas al pueblo de México por el alto número de víctimas. Nunca antes un mandatario había incriminado a sus predecesores por sus malos resultados.
El 25 de mayo se cumplió la cifra fatídica con 156 mil 136 asesinatos registrados de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi); del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp) y del Reporte Diario de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana (SSPC), independientemente de las motivaciones en cada una de estas muertes, detrás hay una madre que perdió un hijo, una persona que perdió a su pareja o que dejó en la orfandad a niñas y niños. Al final, gobernar si tenía mucha ciencia y era más que sentido común y no como lo había supuesto el mandatario en los primeros días de su administración.